jueves, 30 de mayo de 2013

Los cuatro puntales de mi cama...

Mi cama la sostienen cuatro puntales, si alguno de ellos se tambalea, yo caigo... Ellos me resguardan de los monstruos que habitan debajo de mi cama, ellos sacuden mis miedos, y ellos me elevan hasta el cielo cuando mis alas no pueden hacerlo.

Tres hombres y una mujer ...

Ella, ella es mi constante, mi red de seguridad. Me presta sus sonrisas cuando a mí me faltan, me presta sus fuerzas cuando a mí me flaquean, me regala su tiempo, sus besos, sus abrazos, siempre está ahí. Incluso cuando sus miedos a la atormentan, siempre tiene tiempo para luchar contra los miedos de los demás. La quiero, porque con sus gafas la vida se ve de otra manera. Mi niña, mi Grace.

El pequeño de mis hombres... Es mi enano, el bombero que apaga el fuego devastador que me está consumiendo. Me dedica letras con las que acaricia y besa mi cuerpo, mi alma, mi mente... Me ha visto desnuda, a pesar de llevar capas y capas de ropa encima, sabe ver a través de las letras, de los sentimientos. A pesar de la distancia que nos separa, cada vez que me habla lo siento conmigo, susurrando palabras grabadas a fuego en mi piel. Le quiero, sin más.

El segundo hombre y tercer puntal, es un gran descubrimiento, sigo teniendo fe en las personas y en parte es gracias a él. Es el bufido en mi oreja derecha regañándome cada vez que no sonrío. Dice que es de corazón frío, pero os aseguro que a mí quema cuando lo siento cerca. Y se que el destino lo ha puesto en mi camino para que lo obligue a sonreír. Y pienso asegurarme que lo hace cada día.

Y por último mi cuarto puntal, Paul... Lleva horas en mi vida y ya sostiene una de las esquinas de mi cama, asombroso verdad? Pues se puede, hay gente que tiene ése don. Al principio cojeaba un poco, pero conseguimos limar el puntal y ahora ha encajado perfectamente. No puedo hablaros mucho de él, porque estoy aprendiéndole todavía... Pero auguro una gran amistad. Su poder arácnido y su corazón me salvaron de caer por el abismo de la destrucción una noche llena de sombras y monstruos.


Mi cama, aparte de puntales tiene una biga central... Ahora no está, porque la estamos restaurando, pero sin ella el colchón se hunde, el mismo colchón dónde descansa mi mente y mi alma... Ha soportado todas mis pesadillas, todos mis temblores, todos mis insomnios, y la he desgastado. Espero recuperarla pronto, porque me hace falta. Nos quedan 847 noches, con sus 847 mañanas...


Entre todos estáis cosiendo poco a poco mis alas rotas, empiezo a volar, bajito, pero alzo el vuelo, pasito a pasito... Y desde aquí quería daros las gracias a todos.