martes, 18 de junio de 2013

El color de sus encías

y desperté , desperté sudando y temblando, había soñado que se había ido.
Casi siento un alivio al recordar que nunca estuvo, casi.

Desde aquí brindo por él, no concibo mejor final para su agonía , su desesperación, para meses de lucha y entrega, de llantos, de lloros, de rabias, de ilusiones fustradas, de sueños rotos... Ha llegado su momento, el momento de sentir, disfrutar, soñar, amar, vivir... Todo aquello que el tiempo hasta ahora le ha negado, y brindo por él, por los dos. Pero sobre todo por él , como hombre, como persona, como amigo, como bufido... Brindo por todas y cada una de las palabras que me ha regalado, por todos y cada uno de los minutos que le he disfrutado, brindo por su amistad, por su sinceridad, por estar lleno de bondad, de amor, por ser una persona increíble, por ser especial y diferente.
Que no os confundan mis lágrimas, estoy feliz por él, por los dos.

Puede que no sea una despedida, pero si es un punto y coma. Si tengo que elegir entre seguir compartiendo nuestros miedos, nuestras penas, tenerle entre llantos y monstruos o que sea feliz y verle desde lejos, prefiero sentarme en la distancia y ver como sonríe. Quiero conocer el color de sus encías.

En otro tiempo. En otra vida.



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